Imaginemos
una situación, no demasiado lejos de la realidad, un Estado laico no debe
reconocer ninguna religión como oficial pero debe reconocer el derecho de las
diferentes religiones y personas a expresarse.
Para que
desde un punto de vista ético, este encuentro tenga buenos resultados, en primer
lugar debe haber respeto. Es decir que la tolerancia se utilice como un
principio individualista para que nadie se meta con nuestra vida. Pero para
llegar a un encuentro hace falta tratar al otro en su propia dignidad, piense
como piense, sea su conducta como sea. Se puede estar de acuerdo o no pero la
dignidad del otro es inviolable. Es decir, que todas las personas de ese Estado
puedan practicar su religión sin ningún inconveniente, sin que nadie se oponga a ello.
En segundo lugar, debe haber confianza. Tenemos una enorme capacidad para desconfiar del otro porque lo percibimos como distinto y como amenaza. La desconfianza es exactamente lo que mina todas las relaciones; la desconfianza en otra religión que no sea la nuestra, nos incita a rechazarla. En tercer lugar se sitúa la necesidad de encontrar una plataforma común que parte de la racionalidad, que busca lo universalmente humano y donde podemos encontrarnos a pesar de las diferencias, religiosas en este caso. Así podemos ver que todas las religiones tienen una base común de racionalidad y humanidad, que todas se basan en una idea de bien y respeto hacia todo el mundo. Por último es necesaria una voluntad explícita de llegar a un consenso, máximo o mínimo. Esto requiere simultáneamente capacidad de colaboración entre todas las personas. Una relación de consenso se basa en la empatía, que significa la capacidad de situarse en el otro, de ver que igual que nosotros practicamos un religión otros practican otra. Sin esa capacidad no hay posibilidad de encuentro con el otro.
En segundo lugar, debe haber confianza. Tenemos una enorme capacidad para desconfiar del otro porque lo percibimos como distinto y como amenaza. La desconfianza es exactamente lo que mina todas las relaciones; la desconfianza en otra religión que no sea la nuestra, nos incita a rechazarla. En tercer lugar se sitúa la necesidad de encontrar una plataforma común que parte de la racionalidad, que busca lo universalmente humano y donde podemos encontrarnos a pesar de las diferencias, religiosas en este caso. Así podemos ver que todas las religiones tienen una base común de racionalidad y humanidad, que todas se basan en una idea de bien y respeto hacia todo el mundo. Por último es necesaria una voluntad explícita de llegar a un consenso, máximo o mínimo. Esto requiere simultáneamente capacidad de colaboración entre todas las personas. Una relación de consenso se basa en la empatía, que significa la capacidad de situarse en el otro, de ver que igual que nosotros practicamos un religión otros practican otra. Sin esa capacidad no hay posibilidad de encuentro con el otro.
Pero es
innegable que la ética del encuentro presenta muchas dificultades que surgen de
los distintos modos de vivir y entenderla. Una primera dificultad es constituir
la ética en sistemas cerrados, es decir, o se está de acuerdo con
determinado pensamiento ético o no. Para que la ética pueda ser punto de
encuentro es necesario que pase de ser un código cerrado a ser proceso y
experiencia de humanización. Otra dificultad seria se produce cuando las causas
se sitúan por encima de las personas. Se sacraliza un determinado
proyecto político, ideológico o religioso que se sitúa por encima de las
personas. Esto implica una dificultad grave para cualquier encuentro. Cuando
las ideologías religiosas no asumen el pluralismo social ni los
pluralismos de otras religiones supone otro obstáculo para la ética del
encuentro. Por último, cuando no hay
ética, la ética está sustituida por el individualismo feroz o cuando la
ética es confundida con el mínimo de los mínimos.
Lucía
Creo que es seria muy beneficioso para todos que eso que tu dices en el texto sea cierto, pero desgraciadamente no es eso lo que se puede ver hoy en día. La desconfianza hacia los demás cada día va en aumento. Además estamos muy influenciados por la televisión, es decir, las noticias sobre ataques , guerras, etc. no ayudan a este hecho, y aunque hay programación que a simple vista puede indicar lo contrario que todo podemos llevarnos bien, en el trasfondo hay una cierta disputa, y aunque no queramos y no nos demos cuenta, estamos demasiado influenciados.
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