sábado, 4 de febrero de 2012

Derechos Humanos (guía 4)


La Declaración de los Derechos Humanos es consecuencia de los desastres que su incumplimiento ha provocado a lo largo de la historia. Estos buscan principalmente que los derechos y libertades que en ella se incluyen sean respetados a nivel internacional, basados todos ellos en el respeto a la dignidad humana.


Nosotras aquí y ahora, aunque en realidad siempre, creemos que si tenemos que elegir un solo derecho de la Declaración de los Derechos Humanos, nos quedamos con el que dice: “Todos debemos tener los mismos derechos y libertades, sin distinción alguna de la raza, sexo o color. Tampoco debe importar la nacionalidad, el idioma, la religión o la opinión política que tengamos o si somos ricos o pobres”. Pensamos que este derecho engloba a todos los demás, ya que defiende que todos tenemos los mismo derechos y libertades sea cual sea nuestra situación. ¿Por qué por una cuestión de raza tiene que ser una persona inferior o superior a otra? ¿o por pensar de forma diferente? ¿o incluso por ser de otro sexo? Resulta absurdo, ya que ninguno de nosotros hemos elegido donde nacemos, ni en qué país, ni si íbamos a ser hombre o mujeres, ricos o pobres, musulmanes o cristianos. Ante todo somos personas, y por ellos somos iguales. Es verdad que los demás derechos también son muy importantes, pero la Declaración de los Derechos Humanos no debe quedarse en un mero listado, sino que debe llevarse a cabo activamente. Respeto a la dignidad humana, en esto se basan los Derechos Humanos, y en ello debemos basar nuestra relación con los demás, no considerarnos superiores a nadie por vivir en un país “desarrollado” o tener  un móvil de última generación. Como dice el grupo La Oreja de Van Gogh en una de sus canciones: “la vida más pequeña vale mil veces más que la nación más grande que se invente jamás”. 

Lucía

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